Nicolás Maduro está consciente de su fragilidad y de la falta de apoyo internacional a pesar de sus jactancias y desafíos en la clausura del Festival Mundial Internacional Antifascista, convocado por el chavismo, coincidieron analistas en comentarios a Martí Noticias.
“Venezuela se va preparando junto con Cuba, junto con Nicaragua, junto con nuestros hermanos mayores del mundo, para si algún día tenemos que tomar las armas para defender el derecho a la paz, el derecho a la soberanía y los derechos históricos de nuestra Patria, dar la batalla y volver a ganar la batalla en la lucha armada”, dijo el gobernante, investido por tercera vez en un clima de descontento popular en el que sobresalen denuncias de fraude en las elecciones por parte de la oposición.
“Yo creo que aquí hay tres cosas que salen a relucir en estas palabras de Maduro, la primera, que están conscientes de que esto no se acabó, que es lo que pretende decir su propaganda, sino que, por el contrario, entran en una nueva etapa donde tienen más peligros que en la etapa anterior, donde se le ofrecían garantías para abandonar el poder y no las aceptaron”, indicó el politólogo y exdiplomático cubano Juan Antonio Blanco, exiliado en Estados Unidos.
Agregó que el tercer aspecto que traslucen las palabras de Maduro es que carece de solidaridad externa de importancia: “Ya aquí no hay bravuconada de que van a venir los amigos rusos y que aquí están con sus barcos en el Caribe”.
“Ahora solamente hablan de Cuba y de Nicaragua, y eso es muy precario, porque Cuba y Nicaragua tienen sus propios problemas internos y tampoco pueden deshacerse de una fuerza expedicionaria para mandar a Venezuela, ni están en condiciones materiales de repetir una proeza militar extraterritorial como la que hicieron en Angola, porque ni aviones, ni material de guerra suficiente tendrían para eso”, recalcó Blanco.
A la investidura de Maduro solo asistieron dos jefes de Estado, Miguel Díaz-Canel, de Cuba, y Daniel Ortega, de Nicaragua, aunque entre los gobiernos que lo reconocen están Rusia y China, que responden a intereses estratégicos y económicos.
De acuerdo con Blanco, presidente del laboratorio de ideas Cuba Siglo XXI, Maduro y sus acólitos temen, porque saben que no podrían ganarla, “una guerra convencional contra fuerzas regulares que incluyan países que tienen una superioridad militar sobre ellos, no solamente Estados Unidos, sino países como Argentina misma u otros que pudieran integrar una coalición militar, regional o internacional”.
“La tecnología norteamericana de guerra, hoy en día, no les permite a ellos resistir un embate de fuerzas norteamericanas, y ni siquiera estoy hablando de una invasión en gran escala. Estoy hablando de fuerzas especiales de los Estados Unidos, desembarcando en un punto determinado, con, o sin el apoyo, de otros países para capturarlos en una operación que más bien tiene que ver con la captura de criminales internacionales que de una política exterior para ocupar un país”, afirmó el analista.
“Estados Unidos no tendría interés en ocupar a Venezuela, pero sí tendría interés en capturar a criminales que están procesados por sus propios tribunales, como es el caso de Maduro y de Diosdado Cabello”.
El discurso de Maduro se alinea con la narrativa de confrontación con la que el chavismo, junto a otros regímenes, llama "imperialismo" a Estados Unidos y Europa, que no lo reconocen como presidente electo.
El gobernante planteó que, "si se diera el caso", deberían tener la capacidad de "enfrentarlo con las armas en la mano" en cooperación con Cuba y Nicaragua.
“Ahí está esa declaración totalmente absurda del ilegítimo presidente de Venezuela, de que Cuba, Venezuela y Nicaragua están listas para la lucha armada, pero en todo caso es una relación entre Estados, no es una relación entre pueblos, y eso es importante recalcarlo”, señaló desde La Habana el politólogo y activista Manuel Cuesta Morúa, vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC).
“La política del Gobierno cubano de interferir en asuntos de otros estados es una vieja política desde que empezó este proceso político. La contradicción ahora está en que, a partir de los años 90, y como un mecanismo puramente defensivo, el régimen [cubano], empezó a hablar con mucha más fuerza de la soberanía de los Estados para protegerse de la ola democratizadora que empezó en ese momento”, precisó el analista.
“Sin embargo, siguió practicando el intervencionismo en otro Estado: Venezuela, Nicaragua. Entonces hay una especie de perversión de los regímenes autocráticos que los peces más grandes intervienen con fuerza en los peces más pequeños. Rusia tiene mediatizada la política exterior de Cuba y se mete en nuestros asuntos con una fuerza increíble, y Cuba hace exactamente lo mismo con Venezuela, que es el pez más chiquito en términos políticos”, subrayó.
Cuesta Morúa consideró que, aun habiendo una anuencia internacional sobre la falta de legitimidad del gobierno de Maduro, la respuesta no ha sido todo lo contundente que debiera ser, sino cautelosa, y los organismos mundiales no pueden expedir sanciones inmediatas.
“La ONU, desafortunadamente, está cada vez más debilitada, tiene menos voz en los asuntos internacionales, algo que nosotros echamos de ,porque el derecho internacional, la ley internacional, es fundamental, sobre todo para proteger los derechos de la ciudadanía en los Estados más débiles del mundo. Hay un nuevo Orden Mundial basado en el desorden global y Cuba, obviamente, se aprovecha de eso”, concluyó.
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