Alberto compró un pasaje para irse de Cuba en los próximos días. Lleva meses preparando el viaje. El destino final es Uruguay, donde tiene varios amigos cubanos. Debe volar a Guyana, que no pide visa a los cubanos, y cruzar la selva amazónica hacia Brasil. Le han dicho que esa es la parte más peligrosa de la travesía.
"Es lo más rápido, económico y seguro que encontré”, dice el joven, que pidió usar un seudónimo por temor a represalias del gobierno.
Se va junto a su esposa y a otras personas. En los últimos años había despedido uno a uno a todos los amigos de su grupo de la universidad. Se hizo trabajador por cuenta propia y empezó a elaborar alimentos, pero la escasez de combustible y las desconexiones del Sistema Eléctrico Nacional le apagaron los equipos con que trataba de construirse un futuro y su esperanza de lograrlo.
Alberto dice que irse a Brasil es su mejor opción, ya que no tiene “ni un pasaporte español, ni un familiar en el extranjero”. El pasaje a Guyana le costó un poco más de 1.000 dólares en una agencia de viajes en La Habana. La travesía puede durar menos de una semana o un mes, en dependencia de lo que encuentren en el camino, según le contaron otros migrantes cubanos.
Las rutas para emigrar hacia el sur se han hecho populares en la isla porque son mucho menos costosas que el trayecto desde Nicaragua hasta la frontera de Estados Unidos y México que han seguido cientos de miles de cubanos en años recientes, dijeron varios migrantes a Martí Noticias. Nicaragua tampoco exige visa a los cubanos.
En 2024 llegaron a Brasil casi 20.000 cubanos, unos 7.000 más que el año anterior, según datos del portal de inmigración brasileño DataMigra, y el Observatorio de Migraciones Internacionales de ese país. Más de la mitad provenían de Guyana y Surinam.
Algunos se quedan en Brasil mientras otros, como Alberto, buscan llegar a Uruguay, atraídos por los salarios más altos, el idioma en común y la rapidez de la regularización migratoria. En 2024 casi 21.000 cubanos estaban pidiendo refugio en Uruguay, según cifras oficiales.
Una vez en Guyana, Alberto no tiene claro lo que debe hacer. Dice que ha hablado poco con el "coyote" —como se conoce a los traficantes de migrantes—, quien también es cubano. Lo contactó a través de WhatsApp por referencia de una amiga que tomó la ruta antes, pero no le ha dicho mucho, solo que le escriban cuando se aproxime el día para darles el nombre del hotel donde se quedarán en Georgetown. El coyote les gestiona el hospedaje y el transporte que los llevará a su destino por aproximadamente 1.000 dólares.
Bien recibidos y mayores oportunidades
Javier, otro cubano que eligió esa ruta y pidió no ser identificado por temor a represalias con su familia, vive en Uruguay desde hace un poco más de un año. Llegó a Guyana en 2023 con el plan de cruzar hasta Brasil y posteriormente a Uruguay, donde unos amigos lo esperaban. Dejó a su esposa e hijos detrás y emprendió una travesía que duró 10 días en la que ocurrieron varios contratiempos.
“Lo peor de estar en medio de ese tráfico de personas fue poner mi vida en manos de los coyotes, en medio de una incertidumbre total sobre lo que iban a hacer en el camino”, contó.
Él llegó a Uruguay con el plan de regularizar su situación migratoria y hacer un proceso de reunificación familiar para su esposa e hijos. “Se suponía que en aquel momento podía aplicar para la residencia a los tres meses y hacer la petición [de reunificación] familiar, pero eso cambió”, con un proyecto de ley llamado "Programa de Residencias por Arraigo", un tipo de residencia que se obtiene por arraigo laboral o familiar para regular el estatus los extranjeros que ingresaron al país hasta el 23 de mayo de 2024.
Javier tuvo que esperar un año para solicitar la reunificación familiar para su esposa e hijos. Ya se acogió al nuevo decreto e inició el proceso. Ahora espera con ansias el día en que pueda volver a abrazar a su familia en el país que lo acogió, y agradece que desde muy pronto pudo trabajar.
"Desde que llegas tienes derecho a [trabajar], incluso con el pasaporte. No es necesario tener una cédula uruguaya”, dijo.
La alternativa más económica
Carlos López y Massiel García llegaron a Brasil hace menos de un mes. Vivir en Cuba ya no era una opción para ellos y Guyana fue la alternativa más económica que encontraron.
“Queríamos hacer la ruta [a EEUU] por Nicaragua, pero los pasajes salían casi a 5.000 dólares cada uno”, contaron. Cada boleto a Guyana costó aproximadamente 1.600 MLC en una agencia cubana, lo equivalente a unos 1.300 dólares al cambio del mercado informal cubano.
López y García fueron miembros activos en Camagüey de Archipiélago, una plataforma cívica creada en 2021 a raíz de las protestas del 11 de julio. Los dos participaron en las protestas y manifestaron públicamente su postura de oposición al gobierno, fueron perseguidos por la Seguridad del Estado y amenazados en varias ocasiones según relataron.
A través de conocidos contactaron a una coyote cubana que vive en Guyana, quien puso un precio a la travesía de 400 dólares por cada uno, más 500 por los vuelos internos que debían tomar en Brasil y que ella les reservó.
Al llegar a Guyana un hombre los esperaba con sus nombres en el aeropuerto y los condujo a un minibús. Allí permanecieron hasta que el vehículo se llenó con 14 cubanos y emprendieron el viaje hasta la frontera con Brasil, a la ciudad de Lethem, a donde arribaron casi 20 horas más tarde.
El trayecto fue peligroso, recorrido a altas velocidades con los vehículos patinando en el lodo del terreno. Llegaron a un río que tuvieron que cruzar en una canoa unas 45 personas que en ese momento conformaban el grupo.
Prosiguieron una serie de infortunios hasta llegar a la ciudad de Boa Vista, en Brasil. Tuvieron que esconderse de la policía y acomodarse en grupos de 15 personas en carros de cinco pasajeros.
"En medio de eso le escribíamos desesperadamente a nuestros coyotes, pero nunca los vimos en persona y no nos volvieron a responder”, contaron. En ese punto temían que los estafaran y dudaban incluso que los pasajes aéreos que les habían reservado fueran reales.
López y García contaron que se negaron a montarse en los abarrotados vehículos y fue a buscarlos quien funcionaba como la jefa del “operativo”, una cubana, acompañada de su esposo, brasileño, y un adolescente de 16 años que los llevó al aeropuerto de Boa Vista.
Una vez en su destino se dirigieron a la “Reseita Federal”, un órgano público brasileño donde tramitaron un número de identificación fiscal. Recibieron sus números pocos días después de la solicitud.
Ambos encontraron trabajo de meseros en un restaurante donde les pagan alrededor de 2.000 reales brasileños al mes, que equivalen a un poco más de 330 dólares. Se alquilaron en un modesto apartamento por aproximadamente 250 dólares al mes.
Ahora planean tramitar refugio político en la Defensoría Pública de la Unión de Brasil, una institución que asiste legalmente a solicitantes de asilo, refugiados y migrantes vulnerables. Esperan poder optar después por una residencia temporal, que les han dicho demora un poco más. Su plan es en el futuro llegar a EEUU.
El flujo de migrantes no se detiene
El uso de rutas migratorias hacia el sur de América Latina por los cubanos no es un fenómeno nuevo, dijo la socióloga cubana Elaine Acosta.
Las rutas hacia Brasil y Uruguay han sido utilizadas antes, particularmente después del término de la política estadounidense 'Pies secos, pies mojados', que permitía a los cubanos que llegaran a EEUU quedarse en el país, comentó la experta.
Pero en los últimos años Acosta ha visto una diversificación cada vez mayor de las rutas migratorias de los cubanos.
“Es un fenómeno que hay que observar en su conjunto”, tomando en cuenta los motivos por los que emigra la población, que en el caso de los cubanos es “la crisis sistémica y estructural por la que atraviesa la sociedad cubana”, dijo.
Según la socióloga, sin una mejora a la crisis en Cuba, se van a seguir manteniendo estas dinámicas. “Las personas van a seguir saliendo, cada vez con recursos también más limitados”.
Por otro lado, señaló que desde los contextos de recepción, en este momento Brasil y Uruguay ofrecen a los cubanos mayores oportunidades de integración social que países como EEUU o Chile, que han endurecido sus políticas migratorias.
“El tipo de migrantes que toma esta alternativa puede ser muy diverso, sobre todo aquellas personas que ya han perdido la esperanza, por ejemplo, de concretar el parole humanitario, o que no cuentan con los recursos para llegar a Estados Unidos”, dijo.
Puede tratarse también de personas que tienen familiares o amigos asentados en Brasil o en Uruguay por las oleadas migratorias anteriores, o que tienen como objetivo final llegar a EEUU.
Más de 500.000 cubanos llegaron a la frontera sur de EEUU en los últimos tres años, muchos desde Nicaragua, luego de que el Gobierno de Daniel Ortega eliminara el requisito de visa para los cubanos. Algunos permanecieron meses en México a la espera de obtener una cita para pedir asilo en la frontera, la mayoría sin permiso de trabajo ni posibilidades de regularizar su estatus migratorio en México.
Mirando hacia un nuevo futuro
Alberto tiene la esperanza de que llegará a Uruguay en menos de un mes y se entregará a las autoridades en la frontera. Dice que al principio intentará conseguir algún trabajo en cualquier cosa. Sus amigos le han contado que los más comunes son de repartidor de comida, guardia de seguridad y personal de limpieza, generalmente por un salario mínimo, que en Uruguay es de 23.604 pesos por mes, unos 540 dólares.
Para el alojamiento está considerando una “pensión”. Ha visto a varios YouTubers cubanos mostrando estos lugares con espacios comunes y baños compartidos. Las habitaciones, con un precio aproximado de 200 dólares, suelen ser opción para quienes como él no tienen el dinero requerido de depósito en muchos alquileres, ni pueden presentar una prueba de trabajo.
"Es lo que nos toca para comenzar”, dice, “al menos ahí tenemos alguna esperanza”.
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